Dodos en el tianguis
Pero eso no justifica que mucha de la gente que suele recorrer estos lugares no tenga ni tantito sentido común como para hacer del bagaje chacharero algo alejado del infierno. Pero bueno… no son personas comunes y corrientes.
Yo, que he sido cliente de diversos tianguis desde tiempos remotos en que era un joven y apuesto niño no-tolerante de la cebolla, he sido testigo de las bondades de la fayuca y la segunda mano, pero también del comportamiento de esos seres irracionales que invaden la tierra desde siempre: LOS DODOS.
A continuación, algunas especies de Dodos tiangueros:
Primero, están los dodos barrera. Son esos que, cual dodo común y corriente, no tienen conciencia de que no son los únicos seres sobre la tierra. Por lo tanto, es probable que se queden parados de pronto en medio del camino, sin importar que tengan a toda una multitud de personas detrás de ellos. Ya sean flacos, gordos, señoras o niños, siempre se las arreglan para tapar todo el camino. Peor aún si van varios de ellos juntos.
También están los dodos inconscientes que llevan a sus niños a los tianguis y mercados, sólo para descuidarlos. Ahí están las señoras que llevan al chamaco de la mano, pero sin fijarse cómo va. Es probable que el pobre niño termine incrustado en una o varias rodillas. O los que llevan al niño en carriola. Está bien, no pudieron dejarlos en casa, pero ¡no la chinguen! Ahí andan azotando al pobre cochecito, como si no tuviera un ser vivo dentro. Incluso he visto como algunas madres llenan la carriola con sus garras que se acaban de comprar, sepultando a su criatura en una inmensidad de ropa usada.
Ya ni se diga de las señoras Dodo (o Dodettes) que se andan arrebatando la ropa usada. O los señores que van chocando con todo el mundo, vaciando la michelada que traen en la mano. O los que se empinan para agarrar cosas que venden en el suelo y te golpean con su enorme trasero (no se qué tan común resulte este último, pero sí, me ha pasado).
Pero si algo me pude irritar, es el dodo ciclista. ¿A quién se le ocurre ir a un tianguis en bici? De verdad, no puedo imaginarme lo que pasa por su cabeza. “Uy, qué cansado es ir al tianguis. ¡Ya se! Me llevo la bici y así nomás pedaleo”. De verdad que no lo entiendo. Ahí están en su armatoste, todos lentos, pisando a los transeúntes con las llantas, ocupando el espacio de tres personas, obstruyendo el paso, etc. Sólo en un escenario podría comprender que lleven su bici por los tianguis, y ese es: que la hayan comprado ahí mismo. Digo, de alguna manera deben llevársela a su casa. Pero de otra forma no lo entiendo.
Y bueno, no todo está en los clientes, también hay vendedores muy particulares. Pero no todos estos son dodos, algunos sólo tienen comportamientos curiosos. Están los que se desviven para que les compres, casi colgándose de sus piernas para que lleves sus dvds multiregión. O el caso contrario, los que parece que te están haciendo un favor al atenmderte, no importando que ya les estés comprando (estos dos últimos son muy frecuentes en la plaza de la computación).
Y ya le paro, no vaya a ser que piensen que soy un quejoso. Y habrá el que diga “yo por eso compro en establecimientos oficiales”, pero estos también tienen su fauna, aunque muy particular. Tal vez les hable de ellos luego.
En fin, cuates y cuatas, no dejen de visitar sus tianguis favoritos. El tianguis y el mercadito son un patrimonio de nuestra nación, son herencia de nuestros antepasados, son símbolo de nuestra identidad, son testimonio de nuestra herencia milenaria... y luego tienen fayuca bien chida.
Video tianguero: