Tararararararara lideeeeeer, Tararararararara lideeeeeer, Tararararararara lideeeeeeeer, lideeeeeeeer, BATMAAAAAAAN…

Mi primer contacto con Batman va ligado a mis primeros recuerdos. Yo era un escuincle como de tres o cuatro años sin muchos intereses y aspiraciones. Me la pasaba viendo la tele o jugando con mi hermano. Uno de mis programas favoritos era Batman… si, el de Adam West. El programa ya era viejo cuando yo lo veía, seguro iba en su millonésima repetición, pero ahí me tenía embobado. Jugaba con mi hermano a que éramos Batman y Robin (yo siempre quería ser Batman, pero mi hermano no lo permitía, argumentando un “es que Batman es más grande que Robin, y yo soy más grande que tú” ¿Cómo discutir eso?).

Y así, para mí Batman era ese señor gordito con traje azul y gris, con orejitas chuecas y un bati repelente de tiburones en su cinturón… al menos así fue hasta que me llevaron al cine a ver al Batman de Tim Burton. Ese es mi primer recuerdo de mí mismo en el cine (dice mi mamá que me llevó a ver E. T. cuando yo tenía como tres meses, pero la película es de 1983, y yo nací en el 85, así que eso no tiene mucho sentido… o la distribución de las películas en México era un lío, que alguien me explique, por favor).

En fin, sobra decir lo mucho que me impactó. No era para nada el hombre murciélago que yo conocía. Ahora había dos versiones para mí, uno era el batman azul, y el otro era el batman negro. Me impactó mucho tanto su traje como sus vehículos. Me emocioné mucho cuando vuela con el batiavión enfrente de la luna, simulando la batiseñal. ¡Ya no había Robín! Podía librarme de jugar a que yo era el niño amanerado.

Pero lo que si me malviajó completamente fue ese Guasón. Me impactó cuando cae a los químicos. Me dio miedo la primera vez que sale con la cara blanca. Me sacó de pedo cuando quema al sujeto con su “máquina de toques”, dejándolo en los huesos. Pero lo que nunca se me va a olvidar es al final, cuando Batman lo lanza hacia su muerte. La toma desde arriba que va acercándose hacia su cara, con esa sonrisa maléfica, y la grabación de ese siniestro “hahahahahaha”… mis pesadillas serían similares a esa escena durante muchos años.

Desde entonces, y como fui creciendo, mi gusto por el personaje de Batman y de sus múltiples villanos fue en aumento. Como antes a los niños les enseñaban a leer desde el kínder, llegué a comprar algunos comics viejitos de Batman. Descubrí que el murciélago de los comics, de las películas y de la serie era muy diferente. Incluso en los mismos comics había varios “batmans”. Algunos eran más detectivescos, otros más sanguinarios, incluso algunos chistosos. Yo no sabía de Frank Miller, ni de Alan Moore, ni siquiera de Tim Burton. Para mí solo había un personaje con diferentes facetas, pero siempre interesante.

Obvio, vi Batman Regresa y terminé convencido de que ésta era mejor que la primera (cuando uno es niño suele esperar que las segundas partes de sus películas favoritas siempre superen a las primeras). Fui seguidor de la serie animada, la de los noventa, que todavía pienso que es la versión más equilibrada de todas las interpretaciones de Batman. Cada vez me quedaba más claro por qué este personaje era tan interesante. El ser atormentado, equiparable a superhéroes como superman, pero sin dejar de ser humano, y a veces medio psicópata, teniendo más en común con sus villanos que otros superhéroes... creo que sólo Wolverine se le equipara.

La versión de Batman que menos me gusta es la de las películas de Joel Schumacher. Y a quién no, es unánime el desprecia a las cintas Batman Eternamente, y sobretodo a Batman y Robin. Para mí son malas en primer lugar, por los villanos.

Alguna vez escuché en algún lado que los héroes son geniales de manera directamente proporcional a sus villanos. Batman posee una galería de villanos que superman envidiaría. Y en las películas anteriores se habían planteado de manera genial (podríamos quejarnos de la elección de Bruce Wayne, pero… pónganle algún pero al guasón, al pingüino o a la gatúbela fílmicos, a ver… ash, pues qué sangrones).

Y entonces llega Schumacher y se le ocurre: “¿y si de la nada pongo que ya existe dos caras? No importa que en las dos películas anteriores ya hubiera un Harvey Dent, hay que poner a un Tommy Lee Jones gritando y haciéndose el loquito. Pero hay que meter a otro malo. ¡Ya se! Hay que poner al Acertijo. Y que sea Jim Carrey, así va a estar más loco y se mezclará con la locura de Dos Caras, y entonces los villanos van a estar superlocos”. Los villanos de Batman eternamente son… por decirles de un modo… estridentes de a gratis. Y de Batman y Robin no puedo decir nada, ya casi no me acuerdo de cuando la vi.

El tiempo pasó, y a pesar de que las versiones de Burton son geniales, muchos fans de los comics se quedaron con ganas de ver al Batman más oscuro de las historietas llevado a la pantalla. Pero a mí, que tanto me habían gustado las versiones de Burton, pero que conocía a éste Batman ¿Me interesaba ver esto? ¿Necesitaba un nuevo Batman que sustituyera a todos los anteriores? ¿Las versiones de Nolan hacen que me olvide de todas las demás?

Esperen la parte dos. A ver si mientras la escribo descubro cual es el sentido de este post.